Según Clausewitz la guerra es el reino de la incertidumbre, de ahí que todo jefe militar esta obligado a reducirla hasta donde sea posible, antes de intentar cualquier acción contra el enemigo. Es por eso que las misiones de reconocimiento y espionaje juegan un papel fundamental en el campo de batalla. Esta misma incertidumbre debería evitar el exceso de confianza y el actuar impetuosamente por parte de los comandantes en el campo de batalla.
En el año 376 estallo una rebelión de los godos que se habían asentado dentro de los límites del imperio romano y comenzaron una ola de ataques y saqueos en el imperio oriental, llegando a las puertas de Adrianopolis. Hacia el año 378 a fin de sofocar la revuelta el emperador Valente de oriente reunió un poderoso ejército y el emperador de occidente Graciano avanzaba con su ejército para unírsele y darle el golpe final a los godos; los cuales se habían atrincherado su campamento.
Pese haber solicitado la ayuda del emperador Graciano quien ya se encontraba relativamente cerca., Valente decidió actuar por iniciativa propia atacando a los godos intempestivamente la razón presumiblemente fue que Valente estimo el numero de godos en 10,000 y le pareció vergonzoso que un ejercito inferior formado por bárbaros se encontrara asolando sus tierras mientras el permanecía en Constantinopla esperando la ayuda de Graciano. Dispuesto a no compartir el crédito de la victoria con Graciano, Valente se lanzo al ataque considerando que los godos no le representaban una amenaza seria.
Sin embargo Valente subestimo en un 50 por 100 la capacidad goda, también no estaba enterado de que la caballería goda se encontraba pastando fuera del campamento y al no enviar patrullas para percatarse de esta situación, los flancos romanos quedaron expuestos y fueron tomados por sorpresa y posteriormente abatidos por la caballería goda que regresaba de pastar; la caballería romana huyo de forma desordenada dejando atrás a la infantería que fue masacrada por los godos. Valente murió en batalla y menos de un tercio de sus hombres sobrevivió al desastre.
En el año 376 estallo una rebelión de los godos que se habían asentado dentro de los límites del imperio romano y comenzaron una ola de ataques y saqueos en el imperio oriental, llegando a las puertas de Adrianopolis. Hacia el año 378 a fin de sofocar la revuelta el emperador Valente de oriente reunió un poderoso ejército y el emperador de occidente Graciano avanzaba con su ejército para unírsele y darle el golpe final a los godos; los cuales se habían atrincherado su campamento.
Pese haber solicitado la ayuda del emperador Graciano quien ya se encontraba relativamente cerca., Valente decidió actuar por iniciativa propia atacando a los godos intempestivamente la razón presumiblemente fue que Valente estimo el numero de godos en 10,000 y le pareció vergonzoso que un ejercito inferior formado por bárbaros se encontrara asolando sus tierras mientras el permanecía en Constantinopla esperando la ayuda de Graciano. Dispuesto a no compartir el crédito de la victoria con Graciano, Valente se lanzo al ataque considerando que los godos no le representaban una amenaza seria.
Sin embargo Valente subestimo en un 50 por 100 la capacidad goda, también no estaba enterado de que la caballería goda se encontraba pastando fuera del campamento y al no enviar patrullas para percatarse de esta situación, los flancos romanos quedaron expuestos y fueron tomados por sorpresa y posteriormente abatidos por la caballería goda que regresaba de pastar; la caballería romana huyo de forma desordenada dejando atrás a la infantería que fue masacrada por los godos. Valente murió en batalla y menos de un tercio de sus hombres sobrevivió al desastre.
Fuente: Regan Goeffrey, historia de la Incompetencia Militar.
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